miércoles, 7 de diciembre de 2011

Día Internacional del Voluntariado

El día 5 de Diciembre conmemoramos el Día internacional del Voluntariado. Los Socialistas, en el manifiesto de este año resaltamos que "...España, Europa y el resto del mundo ha sufrido cambios que afectan a millones de personas, rostros de mujeres, hombres y niños que gracias a la labor de las y los voluntarios han visto mejorada su calidad de vida; ella ha beneficiado a las personas vulnerables y a las que padecen situaciones de exclusión social. En muchos países, sobre todo en los que están en vías de desarrollo, las y los voluntarios han ampliado su ámbito de actuación, y han formado parte de los cambios sociales denunciando, con su labor, las situaciones de desigualdad y discriminación..."

Quiero dedicar unas líneas a este tema puesto que se trata, el voluntariado, de una esfera con la que trato y he convivido durante mucho tiempo. Son muchos los compañeros y compañeras que a lo largo de estos años han optado por dedicar una parte de su vida a la vocación de la solidaridad "sin pedir nada a cambio", y son muchas más las personas con las que he coincidido en multitud de proyectos, que provenientes de otras partes del mundo, venían a remotos lugares de la amazonía o de los pueblos costeros campesinos de la costa del pacífico Latinoamericano, a cooperar altruistamente. Es por ello que la figura del voluntario siempre me ha causado un gran respeto, pues, en ocasiones yo mismo ejercí como tal, pero últimamente tuve que encontrármelos trabajando junto a los técnicos de proyectos de cooperación o con las ONG´s para lograr que los proyectos fuesen un éxito. Dándolo todo y sin pedir nada a cambio.Son el extraño fruto del mundo capitalista, competitivo y sin rostro humano que nos regala a estas personas que parecen venidas de un mundo bien distinto al que pertenecemos. Dentro del voluntariado, mi experiencia personal me hace resaltar la labor del voluntariado internacional; ese que se levanta del sillón de su acomodado apartamento y se embarca en un proyecto en lugares donde la incidencia de los programas gubernamentales no alcanzan.

Como anecdótico quiero resaltar algunos casos: a un voluntario cooperante proveniente de Vancouver (Canadá), con el que coincidí en Quito. Venía para trabajar junto a los Montubios Manabitas (indígenas costeños ecuatorianos) en un programa social durante un mes. Tuve que visitar a los Montubios en Manabí cinco meses más tarde, y cual mi sorpresa cuando me encontré con este joven canadiense allí. Seguía involucrado en su labor cuatro meses más tarde de finalizar el proyecto y no sabía cuando volvería a su tierra ni se le veían muchas ganas de hacerlo. Compartí una semana con él en aquella provincia, yo volví a Quito, la gran ciudad, y el se quedó allí, encantado. Otro caso (y éste lo resalto desde el más profundo cariño) es el de mi colega profesional y querido amigo Alberto Ortí Morales, Técnico de Gestión de Proyectos de Cooperación, y que hoy se encuentra en República Dominicana realizando una increíble labor, y quien antes de dedicarse profesionalmente a la gestión de proyectos, dedicó, nada menos que más de un año de su vida a ser voluntario en este mismo país, a cambio de 200 dólares mensuales que le daban cobertura de alimentos y alojamiento. Realizó un estupendo trabajo como voluntario, y hoy lo continúa como técnico, al lado de quienes más lo necesitan.

Es sorprendente conocer de cerca a estas personas y trabajar con ellas, cuando descubres que existen realidades paralelas a lo cotidiano, en las que seres humanos desarrollan labores para los demás; porque la solidaridad puede ser igual de instintiva e inherente a lo humano como lo es la codicia y el egoísmo. Los voluntarios, especialmente quienes se desarraigan de este modo (desarraigo local, familiar y cultural), realizan una labor mental de abstracción de lo propio que les hace situarse en un plano donde lo ajeno y el proyecto que desarrollan están por encima de todo.

En los casos donde he tenido que trabajar con voluntarios dentro del equipo, puedo decir con toda seguridad, que ellos eran una especie de combustible inagotable para el proyecto, un ejemplo de lucha constante que sorprendía a muchos de los técnicos asalariados y expertos que dirigían algunas áreas. Una razón más para alabar su contribución a que el mundo del Tercer Sector se desarrolle, avance y siga siendo una de las pequeñas esperanzas que nos queda desde el occidente neoliberal.

A Alberto Ortí, al voluntario candiense, a los cientos de voluntarios que me he cruzado en esta vida, y a todos los que hoy brindan sus vidas a los demás, quiero dedicar este artículo, que espero que sirva para que conozcamos, desde la anécdota, un poco más sobre esta labor y estas personas.

Salud.

Gonzalo Guillén Tarín 

Consultor internacional y gestor

de proyectos de cooperación

1 comentario:

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.