miércoles, 26 de mayo de 2010

Otra vez, señor Obama, se vuelve a equivocar.


A veces la humanidad sufre un ataque de histeria e ilusión colectivas que yo denominaría el brote de la sana esperanza. Hace pocos meses, el mundo progresista, pacifista, ecologista y crítico acontecía con ese brote a un acontecimiento que cargamos de falsas esperanzas con la necesidad de que todo debiese cambiar en algún preciso momento.

Aquellos que nos empeñamos, día tras día, en aportar nuestro granito de arena para que el estado de las cosas adopte un rumbo diferente, solemos cometer ese gravísimo error. Otorgamos (fruto de la exasperación y necesidad inherente de ver cambiar la realidad) valores infundados a hechos y personas, con el alivio de que las realidades sí pueden ser transformadas a través de las acciones colectivas de la sociedad.

Hace algunos meses, el pueblo progresista del mundo depositamos nuestra esperanza en una sola persona creyendo que ahora los vientos soplarían contracorriente. Hace algunos meses volvimos a soñar, ingenuamente, aunque sabiendo que el más mínimo soplido podría hacernos volver a la realidad, rescatados de los placeres de Morfeo.

Cuando Barack Obama era entronizado como el hombre más poderoso del planeta, fuimos muchos, muchísimos quienes respiramos aliviados, al menos con la satisfacción de no ver más al carnicero George W. Bush comandando las riendas del mundo.

Un afro-americano conquistaba, con el poder de los votos, el cuadro de mandos de un mundo globalizado, loco, violento y confrontado. Por primera vez, los tabúes de la discriminación racial se esclarecían en el país más rico de la Tierra, y lo hacía de la mano de un ser humano cuya trayectoria en la política se caracterizaba por posicionamientos claros, a contracorriente y originales para el paraíso de la injusticia.

Dimos nuestro voto de confianza, de nuevo, a un líder. Se lo otorgamos temporalmente. Lamentablemente no hizo falta demasiado tiempo para destapar la máscara del traidor. Nada cambió sustancialmente en ese país: Las tropas de la U.S Army siguieron y siguen esparcidas por Irak y Afganistán, su administración alienta de nuevo un conflicto internacional al atizar las brasas (con falsas pruebas y mezquinos argumentos) a las dos Koreas, y para colmo, hoy recibimos otro varapalo en la entrepierna con la última decisión de la “Esperanza Negra”: Obama envía 1,200 soldados a la frontera con México.

El líder de la nave vuelve a ejercer su doble discurso, su hipocresía liberadora, enviando a 1.200 soldados a la frontera del país vecino; el mismo país que proporciona millones de trabajadores a su economía y al que se empeñan en criminalizar, como si brote de sus problemas naciese siempre en frontera ajena. La broma costará 500 millones de dólares, mucho más de lo que hace falta para alimentar a la población pobre del Ecuador durante varios años.

Otra vez, señor Obama, se vuelve a equivocar.
La mierda puede cambiar de color, pero siempre huele fuerte.

1 comentario:

  1. Esos 500 millones representan unos interés muy concretos....los mismos que durante el año pasado lograron que el 47% de los 3000 millones de dolares que USA destinó a ayuda latinoamericana seán en concepto de refuerzo policial y militar.....la misma que según el informe de "Stars and Stripes" de 14 de Marzo 2010, afirma que tropas de la marina norteamericana están utilizando Haití como campo de adiestramiento para Afganistan....

    Esos intereses que no se si son los mismos que entronaron a Obama allá arriba.......

    felicidad

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