martes, 15 de abril de 2014

La reforma del Senado de Renzi. Paralelismos y divergencias

La reciente aprobación de la reforma del Senado que el consejo de ministros italiano acaba de lanzar a andar no deja de provocar una reflexión acerca de los paralelismos a nivel territorial que pueden darse con nuestro propio modelo.

En Italia, el calado de esta reforma es tremendo, y ha llevado al joven primer ministro, Matteo Renzi, a amenazar con su dimisión si la medida no sale adelante. La reforma está cargada de elementos que de seguro provocarán oposición, pues nada menos que suprime el sistema bicameral perfecto y transforma al Senado en una Asamblea de representantes de las Regiones con los presidentes autonómicos al frente, así como con un selecto grupo de alcaldes de cada región. Eso sí, sin sueldos y con la mitad de miembros (315 en la actualidad). Una de las polémicas más candentes es la elección directa de 21 de sus miembros por el Presidente de la República.

La medida que Renzi toma sobre el Senado queda lejos de las aspiraciones federalizantes que muchos españoles hoy pretendemos. Pero algo de lógica si tendría que el Senado fuese representado por los Presidentes Autonómicos y máximos representantes locales de cada autonomía para garantizar que esa cámara representase realmente los intereses territoriales y se diluyese de ese modo la imagen de cámara que responde a la voluntad de los partidos representados frente a los territorios.

Si la España del 78 se parió con genes federales en su Constitución, el Senado debe ser nítidamente el espacio de deliberación de los territorios sobre las leyes que eleva el Congreso. El Senado debe significar control territorial. Pero en la actualidad no sucede así, y la ciudadanía ya ha interiorizado que la cámara de representación territorial no es más que una réplica del Congreso donde el poder de los partidos impera frente a los legítimos intereses de los territorios a los que se dice representan.

Todo ello me lleva a reflexionar sobre el acierto que en cierta medida supone trufar el Senado de gobernantes de las diferentes Autonomías. ¿Alguien se imagina a un presidente autonómico defendiendo a pecho descubierto, una ley que fuese claramente en contra de los intereses del territorio al que representa?. O para que se vea más claramente: ¿alguien se imagina al Presidente de una Autonomía votando en contra de una mejor financiación para su región simplemente porque su partido en Madrid se lo ordene?. Seguramente se lo pensaría mejor a la hora de hacer seguidismo de partido ya que se estaría jugando demasiado, entre otras cosas su reelección como presidente regional. 

Pero esta reforma encaja perfectamente en otro aspecto de esta  España en crisis territorial en la que vivimos. La reforma italiana liquidará automáticamente el ente provincial, y eso sí me recuerda a propuestas que se han puesto encima de la mesa por destacados dirigentes políticos. Por poner un ejemplo, el secretario de los socialistas valencianos, Ximo Puig, ya ha protagonizado la propuesta federal de los socialistas españoles proponiendo dentro de su propuesta de Federalismo Solidario la disolución de las diputaciones provinciales. Éstas serían sustituídas por un órgano colegiado muy similar al que Renzi propone para el Senado. Se trata del Consejo de Alcaldes, y posee un espíritu muy similar en su austeridad y funciones que las que Renzi propone para el senado. Un consejo de miembros no remunerados y que sean representativos de los territorios. 

Sea en la dirección que sea, Italia se ha enfrentado a sus problemas territoriales e institucionales llevando adelante una importante reforma que supondrá modificar todo el Capítulo V de su Constitución. Hechos como éstos demuestran que en situaciones de crisis hay que adoptar medidas verdaderamente valientes. España, por su parte, atraviesa una crisis territorial brutal, reavivada desde el debate sobre la consulta catalana hace unos días. Hoy por hoy, la única alternativa que hay sobre la mesa es la reforma federal del Estado que ha propuesto el Partido Socialista. Después del debate sobre el derecho a decidir en Catalunya parece que cada vez más ciudadanos comienzan a darse cuenta de que el tancredismo practicado por el Gobierno no nos lleva a ninguna parte, y lo que es peor, provoca tensiones, enfrentamientos y odio.

La reforma territorial de España es inevitable. Reformar la Constitución mediante mecanismos transparentes de participación es igual de importante que el calado de la reforma. Debemos dar pasos en firme desde ya para acometer las reformas que sean precisas y avanzar hacia el Estado Federal que España necesita. Quedarse quietos será un suicidio.

Gonzalo Guillén Tarín
Politólogo


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